4 de octubre de 2009

La Gran Solución para Caracas?

No tengo carro. Y no creo que me compre uno por ahora, por un lado por la pelota de dinero que cuesta uno en este país, el ÚNICO país del planeta donde los carros usados valen más que los nuevos, y además siempre he sido un promotor del uso del transporte público para minimizar la contaminación del aire, sónica y el gasto de gasolina innecesario para recorrer 3 estaciones de metro. Pero a veces lo pienso dos veces...

Una de las cosas que aún no termino de entender es como rayos la gente puede ser tan, pero tan, pero TAN indiscreta. Voy yo camino del trabajo, aislado del mundo gracias a mi iPod y la estridente (pero muy buena) música remezclada de Sami Levi, un judío de Estambul que canta en ladino (con la banda Sefarad) y en turco (como solista) así que realmente ni cuenta me doy cuando entro en el vagón y la gente que esta echando cuentos se queda muda y cambia su conversación por unos instantes para dedicarse a ver la clase de cosa extraña que entró al metro..pero siempre logro escuchar conversaciones muy sui generis.. "¡Verga! ¡Mira, Marislexys, un judío!  Ay, ¿Hablará español? Pensé que sólo se veían en películas ¿Y por que éste no tiene sombrero? Yo veo a veces unos por Capitolio, pero se visten todos de negro, ¿Por que éste no? Y que serán estas cuelditas que le cuelgan de la cintura por debajo de la correa?" O sea, que alguien por favor me explique ¿Cuál es el fuckin' morbo del shajor este de jalarme el tzitzit? Un día no me la calé mas y me quejé ruidosamente: "O sea, panita, ¿Tu desconoces el significado de la expresión "espacio personal"? ¿O en la edición dominical del diario VEA no hay nada de cultura general? Por si no lo sabías, ese no es el timbre de la mueblería de mi padre, así que deja de jalarlo, ¡Nu!"


En estos días me monté en el metro, más sudado que sostén de maracucha, para variar, debido a la relampagueante carrera que pegué desde el edificio hasta la estación  porque me había quedado dormido y cuando entro al vagón, noto que una chama que va del lado de la ventana frente a donde estoy parado, esta con los ojos hinchados y rojos. Y no, no era por fumar monte precisamente. ¡Estaba llorando! Y andaba con el novio al lado, ¡Y el novio le paraba tremendo peo! ¡El chamo tenia una cara que estaba mas arrecho! Y la chama lloraba, y trataba de defenderse, por lo que pude ver (no me quité los orejáfonos porque iba a ser como que muy evidente y quedaría yo como el propio balcón de lo salío) pero el chamo seguía y seguía en sus trece. Lo mas cumbre es que estábamos rodeados de mujeres y yo de ganso pensé que las mujeres le reclamarían al carajo que no maltratara a la (presunta) novia en público, pero ¡nada! Todas ponían cara de que o no era con ellas, o estaban de acuerdo. "¡El que calla, otorga!", decía mi abuela. Pero este caso era la propia expresión criolla del maltrato doméstico..bueno, de ¡maltrato en el metro! 


Y al final llegué al trabajo, más sudado que caballo de carreras! No entiendo, no y qué Caracas era la ciudad de la eterna primavera, la capital del cielo? Me estafaron! No es posible que a las 8:30 AM esté haciendo un sol digno de Cayo Sal y un calor que hace que el primaveral clima maracucho parezca un paseo bajo aire acondicionado Carrier (digo, por el ruido...)


Pero lo mejor del día estaba por venir...a la salida, la estación del metro no estaba full. Estaba hasta los cojones de gente! Tuve que esperar como 4 trenes para poderme montar, y cuando por fin lo hice, venían unas tipas insultándose. De un lado, una señora gordita, en sus early forties, y del otro, tres rolitrancas de malandras de La Bombilla que harían ver a Yasuri Yamilleth como la propia sifrina de La Lagunita. Y en medio,de árbitro (o de mediador) el esposo de la señora gordita tamaño de nevera de 10 pies.  Según pude enterarme, al montarse en Plaza Venezuela, dentro del cojeculo, una de las tres muchachas que estaban del otro lado del cuadrilátero le dio un pisón sin querer a la otra señora,la cual reaccionó de una dándole un guamazo por la espalda a la chama. Pero el error fue de ambas, tanto del de la señorita (?) por no pedir disculpas, pero sobre todo del de la señora que le zampó un pescozón a la chama, sin saber que era menol de edad, porque además, sabiendo que en el Metro de Caracas se va como sardinas en lata,no se ponga exquisita señora! Las tipas le decían a la gordita "te vamos a quebral, a una menol se le respeta, ¡piazo'e rata!" Claro, será menor en la cédula, porque esa tiene ya sus cuantos años rodando, y rodando y repartiendo chicharrón ¡a paso de vencedores! Pues nada, así seguimos durante mis tres estaciones, insultos de parte y parte, manazos que trataban de llegar a su destino pero sólo atinaban al pobre esposo de la gordita; me encantaba cuando la gordita, desafiante, les decía a las malandras "vénganse pues, pa'que lleven coñazo como han debido darles en su casa desde chiquitas, ¡sucias!" y sandeces así, hasta que llegamos a mi estación, !ברוך השם, pero cuando llegamos a la estación donde yo pretendía bajarme, la señora gordita con más aires de Petunia que de Super Cerdita tuvo el antojo de bajarse del metro también. Coño, grave error. Cuando la señora se va bajando, estiró el brazo en el penúltimo segundo y le ha pegado con la cacha de madera de su paragüotas a la malandrita menol. A la verga, ¡Se armó el peo! Han brincado las tres tipas encima a darle a la gordita, y ella seguía dándoles a las tres, pero el problema radicaba es que los demás pasajeros estábamos aún en el vagón, sobre todo el esposo de la gordita, el cual trataba, sin mucho éxito, de contener la pelea, y llevando más palo que gata ladrona tanto de su esposa como de las malandras, fue sacando a la esposa fuera del vagón. "¡Uff!" pensaría el gentío que venía en el vagón, pero lo mejor estaba por venir. 

Cuando la goldita se logró bajar del todo y esquivar la avalancha de coñazos de las malandras usando a su pobre esposito de escudo cual Caballero del Zodíaco...han salido detrás de ella las tres malandras, cuales Pink, Britney  y Beyoncé -las tres gladiadoras en versión Petareña- de manos a la cadera cual ánfora griega, con poses de cuaima piña al ataque que no prometían nada bueno, y se cuadraron y la mayor de ellas dijo, en actitud desafiante "Ahora si es que te vamos a dal lo tuyo, vamos a vel que tan arrecha te la tiras tu, goldita..con la menol, no te metes, ¡pecaste!". A la señora gordita se le salió lo cerrícola y sacó una navaja de su cartera de imitación Fendi, y envainándola y mirando a la carajita, se le salió una perla que nunca se me va a olvidar: "¿Cuál de ustedes quiere que la quiebre primero, cuelda'e perras?". Pensé que las malandras se acobardarían, pero lo que menos hicieron fue arrugar -la carajita sacó una hojilla (si, una Gillette como la de Yasuri Yamilleth) del bolsillo de atrás de su Didijin con cadenitas y se cuadró como Karate Kid. ¡Tal cual! Lo que evitó que la sangre se derramara (literalmente) fue que llegaron los polisucre que estaban dando vueltas en la estación y que se veían más malandros que ellas juntas y se encargaron de la situación. Lo cómico del asunto, es que la malandra mayor decía "pero es que la goldita esa me le pegó a la menol, ¡mi cabo!", ¡Como si de una niña inocente e indefensa se tratase!


Si bien en otros países el Metro es más sucio, sin aire acondicionado, las estaciones parecen latas de sardinas, no hay escaleras mecánicas...aquí tenemos el malandraje hereje...debería darme con una piedra en los dientes, ¿No?