9 de febrero de 2009

De chavistas con gríngolas, iraníes y la perpetuidad

Nota: Esta historia es 100% cierta


Desde que regresé a Venezuela he estado buscando empleo, hasta ahora sin éxito. En uno de mis viajes a Caracas para una entrevista de trabajo, tuve la suerte de que me tocaran de compañeros de viaje una médico haciendo su rural, un Guardia Nacional y una señora chavista con su gorra del a mi lado en el carrito por puesto. ¡Perro! ¿Por qué no me tocó alguien con violin, para rematar?, pensé. Anyway, me monté y evidentemente el tema politico salió a relucir luego de una primera parada para echar gasolina. Ya yo estaba presintiendo el atajaperros inminente, cuando el Guardia Nacional le preguntó a la señora acerca de las elecciones que se avecinaban. La señora, una abuela de Yaritagua que trabajaba como patrullera, lancera o alguno de esos cargos raros que les inventan a la gente en las Misiones para justificarles las cuatro lochas y las laticas de sardinas que les dan, muy al estilo de los chigüires de La Habana, respondió sin pensarlo dos veces y mientras nos ofrecía pan de guayaba “por supuesto que mi comandante va a ganar, mi amor, ¿tú alguna vez lo has dudado?” El Guardia Nacional, bastante jodedorcito él, con una sonrisa en la cara le replicó con una pregunta que hizo que me sacara los egoístas audífonos con los que disfrutaba oir a Bob Marley. La pregunta no pudo haber sido mejor: “Ah, ¿Y es que Chávez es el candidato?

Todos sabemos que Chávez NO es el candidato. ¡Pero lo disimula tan bien! ¡Se la pasa en campaña para oficializar su eternidad en el poder! La señora, muy amablemente explicó que “nuestro presidente va a ganar porque se lo merece, la revolución gana y todos nosotros ganamos”. No pude aguantarme las ganas de incluirme en la conversación y pregunté muy inocente “Señora, ¿Y yo qué gano?” Me dijo, muy educadamente “mi niño, tu vas a ganar estabilidad para el país, oportunidades de ser candidato, avances en material social, consolidación de la revolución y continuidad del liderazgo de nuestro comandante”.No la podia pelar; le pregunté de vuelta “Pero ya va, me está diciendo que tendré oportunidad de ser candidato, pero ¿A qué? ¿A la presidencia? Y no voy a tener oportunidad de ser electo? Porque en las propagandas que he visto a favor del Sí, hablan siempre de la oportunidad de que todos seamos candidatos, pero nunca hablan de ser electo

La señora, que me dijo era Trabajadora Social, muy educadamente me respondió “claro que si mi amor, puedes ser candidato a lo que tu quieras y ser electo de manera repetida”. “¿Incluso ser presidente y ganarle a Chávez?”, pregunté poniendo la cara ingénua de un niño de kinder cuando le ofrecen una chupeta si se porta bien. Ahí la doña me dijo, más esponjada que una Tortuga Ninja con el caparazón pa´lante y llena de una seguridad tan mamarrúa que ni Terminator podia espicharla, “no mi amor, no sueñes con ganarle a mi comandante, él es nuestro único líder”. Le volví a lanzar una pregunta, un tanto más directa: “Pero ya va, y si me meto en el PSUV, ¿No puedo competir en unas primarias contra Chávez?” a lo que obtuve de respuesta una perla “Irás a votar tu solito por ti, porque en el PSUV, mi comandante es el candidato, el líder de la revolución, y así va a seguir siendo. Además chico, tu eres de la jai y no tienes cabida en el PSUV”.

No soy de la “jai”, como la señora dice. Estudié en una universidad pública y me he ganado lo que tengo a punta de pulso, como la mayoría de los venezolanos; además, si fuera de la “jai”, no estaría buscando empleo. En realidad me sacó la piedra el calificativo, lo que elevó la concentración de toxinas en las palabras que salían de mi boca. “Entonces, si yo no tengo cabida en la revolución, ¿Para qué está? O sea, es como tener la mamá, pero muerta, porque la República Bolivariana Mesma, ¿no se supone es incluyente y participativa? ¿O es que es participativa porque es para participarme quien es el nuevo gobernador que escogió Chávez a dedo, para participarme que debo calarme las cadenas de 8 horas en las que Chávez habla estupideces y convenios en los que regala mi petróleo y cuando se va de shopping a Rusia a comprar armas como si estuviera haciendo compras nerviosas? ¿A eso se resume mi participación, señora?

Presentí que la doñita me iba a lanzar una línea porque volteó a mirarme a los ojos, cruzó los brazos y agarró una bocanada de aire antes de hablar. Me dijo “¡lo que pasa, muchachito, es que con gente como ustedes no se puede trabajar!”, lo que inmediatamente generó en mi la pregunta “¿Gente como yo? ¿Cómo asi? ¿Gente que se atreve a ser crítico?”. Me respondió, con cierto tono de asco “ustedes, los blanquitos europeos, burguesitos, que se han enriquecido a costa del pueblo”. Pude haberme reído, sobre todo porque lo que menos tengo es pinta de sueco. Le dije entonces “señora, Marruecos no es Europa, es África, y por otro lado, mis bisabuelos cuando llegaron al país, lo que hacían era vender telas de casa en casa, lo cual me parece que me aleja mucho de la imagen que tiene metida en su cabeza. Además tengo un sólo pasaporte, el Venezolano, el mismo que usted, su marido, sus hijos y los comandantes de las FARC”; pero a la señora como que no le gustó mucho, porque me dijo “¡Ay pero la gente como tú se la pasa en el imperio metida!”. Ahí me dolió, porque ni a DisneyWorld me llevaron de carajito y me acordé de algo interesante: “Señora mía, permítame aclararle que para ir al imperio a hacer un curso y visitar a una prima, tuve que pedir visa y hacer cola como todo el mundo, no como por ejemplo el Síndico Municipal de Libertador y su familia, que toditos tienen pasaporte gringo, y lo se de primera fuente porque fui tutor de sus chamos, ah! y no estudian precisamente en una escuela bolivariana, ¡sino en un colegio carísimo para oligarcasl!”, a lo que me respondió, “Es que en la revolución tiene que haber una élite que gobierna, de la mano de mi comandante, ¡tienes que entender eso!”. “O sea, que esto es simplemente un quítate tu, ¡pa’ponerme yo! ¿Cuál es el avance social acá, señora? Más corrupción, nepotismo y robos que en la IV República, ¿o me va a decir que la familia de Chávez, Diosdado y otros no se han enriquecido que jode desde que Hugo Rafael está en Miraflores?”, le pregunté, esperando a ver si la señora reaccionaba. Ahí como que se armó la gorda, porque me dijo, visualmente ofendida “¡Definitivamente! Es que la gente como tú, los que usan esa capuchita en la cabeza y todos los de la jai, están cuadrados con el imperio para inventar todas esas historias para echarle vainas a mi comandante. ¡Ustedes y el resto de los escuálidos no lo dejan trabajar a él!”.

Sabía que se me iba a salir una rola de grosería, por lo que me quite la kipá y le dije “¡El coño‘e su madre! ¿No lo dejamos trabajar? ¡Si tiene diez años amasándose las nalgas en Miraflores! ¿Cuanto más tiempo necesita para empezar a trabajar? ¿Diez más?”. La risa entre dientes de los demás pasajeros y el chofer era bien audible. La señora, muy seria aún, me dijo que estábamos terminando la primera fase de la revolución y que luego del referéndum entraríamos en la segunda, la de consolidación de la misma, además de decirme que no dijera groserías. No tardé en replicarle que si la primera era la etapa de las Hummers, las cirugías de aumento de busto y glúteos pagadas con dinero de las gobernaciones y alcaldías y la de hacer fiestas con plata de algún ministerio en las que se compraba agua mineral Perrier para lavarse las manos, qué quedaba para la segunda. La señora, al no saber cómo desmentirme, me explicó textualmente que “lo que rodea a mi comandante es pura mierda, ellos se han olvidado del pueblo, cuando se bajaron del volkswagen esperrugío para montarse en la Hummer, se les olvidó que el pueblo los puso ahí y eso es un error que mi comandante tiene que corregir”.

¿Walla? Estaba casi boquiabierto al ver que la señora admitía al menos una parte de la realidad. En vista de que teníamos un punto grande en común (y me perdonan lo escatológico de la cita de la señora) decidí amolar los colmillos y dirigirme al objetivo mayor: la abeja reina. Bueno, más bien la abeja dictadora. Tomé un par de segundos en elaborar mi pregunta, porque quería minimizar el chance de que se me fuera por las ramas, así como le hizo Patricia Janiot al chigüire en la entrevista reciente que lo batuqueó. Se me ocurrió un “¿Y que está esperando Chávez para deshacerse de toda la porquería que lo rodea? Digo, usted está con el proceso y debe saber de eso más que yo”. La señora me salió con un “bueno mijo, para eso es el segundo período de la revolución”. Na'guará. no me la pudo poner más fácil. Le lance un “Ya va, y en el cuarto período, que es el que va del 2029 al 2039, ¿qué va a hacer el presidente? Porque limpiar la revolución creo le tomará al menos dos períodos”. “Ay, ¡como se nota que tu eres de esos escuálidos tristes que solo ven Globovisión! Hijo, ¡No se me envenene tanto la mente!

Si señora, si me la enveneno, y con veneno bien mezclaíto, porque veo TeleSur, VTV y ViVe. TVes sólo la veo cuando quiero quedarme dormido y no hayTafil en mi casa. De verdad, los veo pa’ver que vaina inventan ahí…” lo que fue interrumpido por un “ah bueno, al menos no eres uno de esos escuálidos con gríngolas como los que compran en el Sambil”. Me costó que jode aguantarme la risa ante la semejante proyección de la señora, pero logré mantener la compostura y preguntarle justo en el momento que pasábamos frente a la planta de Venirauto, que pasaba ahí en esa planta que luego de tanto barullo y gaste de plata en la inauguración de la fábrica de carros iraníes, no había logrado aún ver un carros iraní en la calle, ni siquiera el modelo que es igualito a un Festiva de los viejos. El silencio se hizo presente por un rato largo…

Pero lo supo romper de una manera muy irrespetuosa con la naturaleza! Luego de una parada en la que fui el ultimo en subir al carro porque en ese momento se les ocurrió en la tiendita de la bomba de cambiar de cajero teniendo como diez clientes esperando para pagar, ofrecí galletas a todos, para endulzar el rato y compensar mi culpa por el retraso. Estuve tentado a preguntarle a la señora si esas galletas las vendían en Mercal, pero como yo sabía que ahí lo que venden es puro pollo brasileño engordado en 31 días a punta de hormonas, preferí evitarlo antes de darle a la señora una excusa para llamarme oligarca. Luego de preguntarle algunas cosas que me daban curiosidad, como el tren que va de Los Valles del Tuy a Puerto Cabello y otros tópicos en los cuales el gobierno parece estar haciendo algo bueno, la doña puso la torta completica, con todo y velas, al lanzar su lata de refresco y una bolsa vacía de Doritos por la ventana del carro. “¡Señora! Hello, ¿usted hace eso en su casa?”. Me dijo “ay mijo, tu estás empezando a vivir, ¡no te des tanta mala vida!”. ¡Me quería como morir! Pero antes, la bombeaba por la ventana con todo y su bolsa de pancitos de guayaba! Pero como sabía que iba a ser como matar un burro a pellizcos, preferí ser un espectador pasivo y dejarla que contribuyera aún más al calentamiento global sin explicarle el tiempo de degradación de la lata de refresco; además, era una lata de Coca-Cola, una lata del imperio, así que dudo le importe recogerla.

Cuando llegamos a Caracas, la señora se despidió de mi y me dijo que había tenido un viaje muy entretenido y que se había dado cuenta que no todos los escuálidos tenían “gríngolas” como ella pensaba, y deseaba que D”s me cuidara y me llevara con éxito a mi entrevista de trabajo; yo por mi parte solo le dije “que le vaya bien señora, y sáquese el cassette de la cabeza”. Será que la vieja esa me agarró arrechera, era santera y me deseó mal, porque cuando me estaban explicando las condiciones del fuckin’ contrato, pasó un señor con una pinta de vendedor de alfombras persas que no la brinca un venao y le hizo señas a la tipa de Recursos Humanos. Más nunca me llamaron, ni siquiera para darme las gracias por haberme echado el viaje hasta Caracas. Sería porque era en PDCHSA (Petróleos de Chávez, SA), que tiene un viaje de convenios con empresas iraníes? Porque lo de las mezquitas en las refinerías con señalización en farsi no es mera casualidad. Hasta donde yo sé, en mi cédula dice clarito “VENEZOLANO”, y la kipá no me hace menos capaz. Eso me pasa por pasarme de ingenuo y creer en la ética profesional de esta gente. Y aún así, la señora espera que uno vaya a votar para perpetuar a Chávez y su cuerda de malandros en el poder per saecula saeculorum. ¡Qué va!

2 comentarios:

  1. Interesante. Muy buena pregunta esa respecto a si uno podrá ser elegido presidente. Y la mejor pregunta es si uno podrá ser elegido presidente indefinidamente. Sería interesante que los chavistas pudieran hacerse preguntas lógicas, ejercicios filosóficos, como por ejemplo plantearse la posibilidad de que Chavez pierda una elección presidencial (digamos, por ejemplo, contra JP, no es que yo quiera ser presidente, es solo por ejemplificar) y resulte que yo, nuevo presidente, goce del apoyo de la mayoria (no chavista) durante digamos, 30 años, pero que plantee un gobierno excluyente que persiga a los chavistas durante todo ese tiempo(No es lo que pienso, sino un ejercicio, recuerda que a los judíos cosas así le han pasado). ¿No se arrepentirán en ese momento de haber votado por el "sí" (en el caso de que el "sí" pudiera ganar)?
    Yo me pregunto: es Chavez acaso la unica persona formada y capaz de dirigir a Venezuela? La democracía perderá valor con el "sí", Son diez años de gobierno. 1/4 de tiempo (40 años) del que duró la cuarta republica. 1/5 del tiempo (50 años) que tiene la democracia en Venezuela. ¿De verdad es importante y necesario que tenga la posibilidad de mandar mas tiempo?

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  2. Creo que 90% de los Venezolanos tienen de verdad gríngolas, tanto los chavistas como los, y que opositores y gran parte de la SC, lamentablemente. Años de atraso con la realidad cotidiana,creen en todas las mentiras ó se hacen la vista gorda por miedo absoluto, enfin !!!!!

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